Y cuánta razón lleva, Cayetana Álvarez de Toledo, desgranando en el Foro Alicante, la actualidad política nacional; y una parte más personal, que embauca a quien le escucha. No solo por lo que dice, sino por como asienta y dibuja una realidad de incertidumbre que vivimos la mayoría de los españoles, en silencio.
Y sí, digo silencio, porque mientras España se desangra, una amplia mayoría de la sociedad, que ha cumplido con su deber de decir lo que quiere y con quien lo quiere, no tiene el poder para cambiar la situación.
Y sí, vive en una incertidumbre, mucho más arraigada que hace una década, donde la participación ciudadana en política era mucho más palpable como revulsivo a decir lo que no se quiere y donde, un año después, en 2015, se plantó la semilla de división de una sociedad que quiso alzar la voz, creyendo que podía cambiar las cosas, sin darse cuenta de que asaltar los cielos, era solo un titular de esperanza para la mayoría y una oportunidad para unos pocos, donde nos llevaron a integrar en nuestra mente y nuestro vocabulario los conceptos de populismo, de los de arriba y los de abajo, ellos y nosotros, y, por tanto, de aquellos barros estos lodos.
Y ¿por qué en el altar del poder, se sacrifica todo? Porque el resultado de quienes pusieron la esperanza, fueron traicionados y porque quienes alcanzaron el poder sacrificaron sus propios valores e ideales para mantenerse en el poder.
Y sí, la historia se repite, tantas veces como quieras, siempre que no aprendamos la lección; y el problema está, que quien la estudia muchas veces sin entender por qué no la aprueba, se cree conocedor de todo y confiado de que la ignorancia es mejor que la sabiduría.
Por ello, nos encontramos de nuevo ante un panorama político, sin precedentes, donde como ha transmitido Cayetana Álvarez de Toledo, aun teniendo el poder en la mayoría de las instituciones, Congreso, Senado, Autonomías y Municipios, nos encontramos maniatados para cambiar las cosas. ¿Seguro?
¿Seguro que no podemos hacer otras cosas, que no se hayan hecho antes? Cuando vemos que nos dividen y que, donde estamos entrando como país, no es lo que realmente queremos y deseamos. Porque en esta corta e intensa legislatura hemos tenido tres hitos que deberíamos vivir de forma diferente y no en silencio como sociedad.
El primero, los siete votos del acuerdo del PSOE con Junts para mantenerse en el poder y que nos está llevando a la decadencia de la destrucción. ¿Dónde se ha visto que un político quite delitos a otro político? ¿Dónde está el verdadero PSOE? «Porque de él solo queda la cáscara (su marca) porque dentro no queda nada», ni sus valores, ni sus ideales, ni sus formas, ni su propósito. Lo dicho, “En el altar del poder, se sacrifica todo” y el próximo Congreso Federal del Partido Socialista será una purga de limpieza de conmigo o contra mí.
El segundo hito, la carta. El uso maquiavélico de la situación de poder de Sánchez para dividir, atacar y controlar. El enfrentamiento como arma de destrucción y los bulos como munición. Un duelo a garrotazos entre dos mitades, donde el control absoluto y las puertas giratorias marcan la evidencia de quien no se fía de nadie y el narcisismo toma todo su esplendor.
El tercero, la compra de la investidura de Illa, el mayor traidor de los catalanes, «por estar agrediendo al sector constitucionalista, porque a Sánchez se le ve venir» ¿Alguien se cree el truco de magia de Puigdemont? Algunos políticos tienen la mala costumbre de tratar a la ciudadanía como si fuéramos tontos, en donde no nos cuentan toda la verdad, no vaya a ser que no la entendamos; y si la entendemos, no vaya a ser que no les votemos. ¿En serio creen que nos creemos todo? ¿Qué todo pasa en 24h? Y que ¿no tenemos memoria?
La realidad es que sí la tenemos, solo que estamos cansados, estamos agotados en escuchar todo lo externo de nuestras casas y nos dedicamos en poder lidiar los problemas reales a los que nos estamos enfrentando día a día, debido a esta situación. Estamos presentes en nuestros obstáculos, en como tener un alquiler con un precio razonable, en cómo equilibrar el presupuesto familiar ante las cosas que realmente importan, trabajo, comer, educación, salud, conciliación, familia, hijos, etc. Y aunque tengamos a políticos que luchan con la esperanza de cambiar las cosas, la realidad es que hace falta mucho más.
Hace falta cambiar la forma en la que nos enfrentamos al Sanchismo, que no en contra de los socialistas (que no es lo mismo) porque lo que se está haciendo, no funciona. Hace falta elevar a la acción el real hartazgo de esta sociedad y que no sea solo, elevarlo a la conciencia, porque eso no funciona.
Una mayoría de la sociedad española está harta y hay que saber guiarla, no solo darle esperanza, sino también enseñarle la hoja de ruta; y no estamos hablando de hechos políticos, que se hacen, como el PP y sus líderes territoriales demostrando unión ante el desagravio de la financiación autonómica de Cataluña o el recurso que el PP ha presentado ante el Tribunal Constitucional contra la Ley de Amnistía, estamos hablando de hechos y acciones que ayuden a la ciudadanía a canalizar su hartazgo, porque si no lo hacemos, damos alas a nuevas voces que dividen el mensaje y captan la atención de ese hartazgo y la sociedad dividida se debilita.
Estamos hablando de mantener una coherencia de mensajes que los hagan propios y que sean una identidad de esa hartura. Estamos hablando de acompañar a la sociedad a ser libre para trasladar lo que piensa de la misma forma que se ha hecho a lo largo de la historia y que a veces nos olvidamos de ella. Estamos hablando de crear un nuevo caldo de cultivo que genere una revolución de pensamiento y acción. Estamos hablando de unir la política y la sociedad para decir basta con contundencia.
Recordemos que el cielo ya fue asaltado y ahora lo que está en juego es nuestra libertad, nuestra cohesión como país y nuestra identidad, y esto no es solo responsabilidad de unos, es obligación de todos.
Hagámoslo diferente.
Fotos: Diario Información, Alex Dominguez.