La indiferencia que duele: Pedro Sánchez, ausente en el homenaje a las víctimas de Valencia

En momentos de tragedia y dolor colectivo, las instituciones y sus líderes tienen la responsabilidad de representar la unión, el consuelo y la empatía de toda una nación. Estos actos no sólo son gestos simbólicos, sino también un reflejo de los valores democráticos que sostienen a nuestra sociedad. Por ello, resulta incomprensible y profundamente criticable la ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el funeral celebrado en Valencia en memoria de las víctimas de la reciente DANA.

Este desastre natural dejó un rastro de destrucción y vidas truncadas en la Comunidad Valenciana y otras regiones del país. En estas circunstancias, la presencia de un líder no es un acto protocolario; es una demostración tangible de solidaridad y apoyo a quienes más lo necesitan. El acto en Valencia no ha sido solo un homenaje, sino un momento crucial para evidenciar unidad y compromiso con las familias de las víctimas y con las comunidades afectadas.

Foto de kai Försterling

La ausencia del presidente Sánchez no puede entenderse como una cuestión menor ni justificarse con una agenda sobrecargada. Representa una falta de sensibilidad hacia el dolor de los ciudadanos y, en un sentido más amplio, un debilitamiento de la confianza en las instituciones. Más preocupante aún es la sensación de que esta ausencia no es un hecho aislado, sino parte de un patrón en el que la responsabilidad de Estado queda relegada frente a otros intereses o prioridades.

Es en estos momentos de crisis cuando el liderazgo verdadero se pone a prueba. Es fácil aparecer en celebraciones y actos de éxito, sin embargo, el verdadero deber de un dirigente se manifiesta en los momentos difíciles, cuando el país necesita guía, consuelo y acción. Al no asistir, Sánchez ha enviado un mensaje equívoco que deja en entredicho su compromiso con el pueblo que representa. Quien elude responsabilidades, marca sus prioridades. Y es entonces, cuando los hechos hablan más que las palabras.

El deber de Estado frente a la indiferencia

El saber estar no es solo una cuestión de protocolo, sino una virtud esencial en la política. Los ciudadanos necesitan ver a sus líderes al pie del cañón, mostrando empatía y ofreciendo soluciones. Su presencia en actos como el funeral de Valencia trasciende las palabras: se convierte en un símbolo de resiliencia y de la voluntad colectiva de superar la adversidad. Su ausencia en un momento tan crucial refleja no solo una falta de empatía, sino también una carencia de visión sobre lo que implica ser un estadista. Representar a España no es solo presidir reuniones o aprobar leyes, sino también estar al lado de quienes más sufren y ofrecer un mensaje de esperanza y compromiso.

En estos días, España enfrenta numerosos desafíos, y el compromiso de quienes nos gobiernan es más necesario que nunca. La DANA ha sido un recordatorio de la fragilidad de nuestras infraestructuras y de la fuerza de la naturaleza, aunque también una oportunidad para que nuestros líderes se reafirmen como figuras de apoyo y guía.

El funeral de Valencia no ha sido solo una ceremonia; era una oportunidad para demostrar unidad, humanidad y cercanía. Con su ausencia, el presidente ha perdido la oportunidad de mostrar que el Gobierno está presente en los momentos más oscuros, no solo desde el despacho, sino en el corazón del pueblo, y cabe recordar que ningún ministro cubre el vacío de un banco de un presidente.

Este país necesita líderes que entiendan la importancia del deber de Estado y el saber estar. La empatía y la cercanía no son solo cualidades deseables, son esenciales en la política de un país que enfrenta crisis con frecuencia. La ausencia de Pedro Sánchez en el funeral por las víctimas de la DANA no solo es un error, sino un síntoma de un liderazgo distante y desconectado.

España merece algo más: dirigentes que no eludan responsabilidades, que estén presentes en las tragedias y que entiendan que representar a España es también estar al lado de su pueblo en los momentos más duros.

Foto de portada de Ana Escobar_EFE

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