Vergüenza Nacional frente a Bruselas

Pedro Sánchez desde Bruselas: La justicia española es un ejemplo, y otras ironías por Begoña Gozalbes Cutillas

Bruselas, capital europea de las decisiones importantes, ha sido testigo de unas declaraciones que, como siempre, nos llenan de orgullo y satisfacción. Pedro Sánchez, nuestro insigne presidente, ha vuelto a hacer gala de su infinita coherencia y compromiso con la justicia. Desde el púlpito internacional, no ha dudado en expresar su apoyo al fiscal general, quien, según él, «actúa con plena independencia». Porque, claro, en España la justicia es un ejemplo de imparcialidad mundial. ¡Quién lo duda!

El presidente, con esa elocuencia que lo caracteriza, dejó caer que las críticas a la Fiscalía son infundadas, recordándonos que «la separación de poderes está garantizada«. No importa que haya nombramientos estratégicos aquí y allá, ni que el fiscal general sea casualmente amigo de ciertos intereses políticos. Esto, queridos lectores, no es más que una feliz coincidencia en el tablero de la justicia española.

Aunque, ¿cómo no confiar en un sistema donde todo se hace con total transparencia? Aquí no hay presiones políticas, ni llamadas incómodas, ni guiños de complicidad entre instituciones. Eso es cosa del pasado, o de series de Netflix. En España, todo está en su sitio, gracias a la mano firme y visionaria de nuestro presidente, que nunca duda en poner el interés general por encima de cualquier agenda personal.

Curiosamente, uno de los puntos más interesantes de este brillante ejercicio de transparencia es el asunto de los mensajes del fiscal general. Según nos ha informado, la UCO no los ha encontrado  Y, atención, no porque estos mensajes hayan desaparecido misteriosamente o, peor aún, hayan sido borrados de forma intencionada. ¡Qué va! Simplemente no están. Es como si nunca hubieran existido, una especie de milagro tecnológico que debería ser estudiado por los expertos en informática. Quizás, al igual que los unicornios y los duendes, los mensajes del fiscal viven en un plano paralelo donde la justicia española también es impoluta.

La ironía de estas declaraciones no pasó desapercibida ni en Bruselas, donde los periodistas europeos se debatían entre la incredulidad y la risa contenida. Sin embargo, no podemos más que aplaudir esta muestra de diplomacia y liderazgo. Porque, en palabras de Sánchez, «la justicia española goza de gran prestigio internacional». ¡Qué gran verdad! ¿Acaso no somos conocidos por nuestros juicios rápidos y sentencias ejemplares?

Mientras tanto, en casa, los ciudadanos no dejan de preguntarse por qué parece que ciertas decisiones judiciales siempre favorecen al mismo lado. Aunque no nos dejemos engañar por las malas lenguas, ni por las evidencias. Como bien dijo nuestro presidente, la independencia judicial no solo existe, sino que es incuestionable.

En definitiva, las palabras de Pedro Sánchez nos invitan a reflexionar sobre el futuro brillante que nos espera bajo su guía. ¡Qué suerte tenemos de contar con un líder tan clarividente! Mientras él nos representa con esa dignidad impoluta, nosotros solo podemos sentirnos profundamente agradecidos.

Ironías aparte, quizá sea el momento de mirar más allá de los discursos bien ensayados e irónicos de sánchez y preguntarnos si, como ciudadanos, no merecemos algo más que esta vergonzosa presidencia política en la que vivimos.

Ahora ¿quién va a pedir perdón? ¿Sánchez?

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