Por alguien que ya ha visto este circo demasiadas veces
Propongo una tregua. No por cobardía, sino por cansancio. Porque llevamos años lanzándonos insultos a la cara como si fuéramos gladiadores de Twitter, y mientras tanto, ellos —los de siempre— se reparten el poder, los contratos y las medallas como quien reparte caramelos en una boda.
Propongo que dejemos de llamarnos fachas, rojos, fachas-rojos, rojos-fachas o lo que toque esa semana. Que dejemos de gritarnos en redes lo que ellos murmuran en reservados. Que paremos esta guerra civil de salón mientras los que la azuzan se van juntos a comer a Casa Lucio. Con cargo al erario.
Y digo «ellos» y no me tiemblan las teclas. Porque cuando Felipe González sí, el mismo que hace décadas prometía cambio y socialismo y ahora parece el portavoz honorífico de una élite intocable pide una tregua de insultos, no lo hace por civismo. Lo hace porque empieza a oler que la gente está harta. Porque las pancartas ya no las llevan ni sindicalistas ni votantes de base, sino padres, autónomos, médicos, agricultores, jueces, profesores… y eso, ay, eso sí preocupa.
Porque claro, cuando insultábamos nosotros, éramos peligrosos. Cuando se insultan entre ellos, es democracia. Cuando protestamos nosotros, es crispación. Cuando protestan ellos, es libertad de expresión. Cuando uno se cabrea por los pactos con filoetarras, los indultos a delincuentes o las reformas judiciales con olor a república bananera, te llaman radical. Sin embargo, que venga Felipe a decir que bajemos el tono, eso sí que es razonable.
Propongo una tregua de insultos, sí, y después de que nos expliquen: ¿Por qué tenemos que pagar los errores de sus decisiones? ¿Por qué los jóvenes no pueden emanciparse, salvo que hereden un piso en Chamberí? ¿Por qué los empresarios son malos cuando generan riqueza, y los corruptos de partido se jubilan en consejos de administración? ¿Por qué los que arruinaron el país siguen dando lecciones cada vez que abren la boca?
Y sobre todo, propongo que no nos tomen más el pelo. Porque mientras nos enfrentan entre nosotros, ellos se protegen entre ellos. Porque mientras debatimos sobre quién es más patriota o más progresista, ellos pactan impunidad, silencio y sillones.
Así que sí, hagamos la tregua. Y no para protegerlos a ellos, sino para mirarnos entre nosotros, ciudadanos, con menos rabia y más estrategia. Porque lo que necesitamos no es paz entre los de arriba, sino justicia para los de abajo.
Y si a Felipe le molesta el tono, que se pregunte por qué su generación de políticos, que pudo cambiar España, acabó formando parte del decorado del régimen que ahora nos indigna.
No nos confundamos, ¿Seguimos jugando a aplaudirlos? ¿O nos ponemos serios de una vez? Tal vez sea tiempo de emerger.
#NiUnInsultoMás #NiUnaMentiraMenos #FelipeGonzálezEH#TreguaSíPeroConMemoria