Inasequible al desaliento…La frase en sí lo dice todo, he de reconocer que no es mía, corresponde a un compañero Coach, Borja Milans.
Y cierto es que no encuentro mejor momento para poder escribirla en grande y a lo ancho de todo el campo visual que me rodea, ya sea en mi oficina, mi coche, mi casa o mi mente.
La realidad que nos acecha me lleva a un momento de reflexión, de valorar que opciones me rodean y que me encuentro en el día a día, en estos últimos meses. En todo sitio público de la sociedad actual no se hace otra cosa que sentir una situación de desaliento continuo, sea en TV, prensa, cafeterías, reuniones, gimnasios, etc., descubro un mismo lenguaje, que frena de una forma consciente, el motor de esta sociedad.
Y son aquellas personas que deciden cambiar el enfoque de lo vivido, las que consiguen “sufrir” menos y avanzar más.
Comprender la importancia que tenemos en la sociedad y en nuestro entorno, hace que ese “motor” no se pare en seco. Piensa por un momento la importancia que tiene un simple desayuno en el valor de la cadena, el campesino, el transportista, el panadero, el distribuidor, el dueño de la maquinaria del café, la empleada de la cafetería, el empresario o el propio servicio de limpieza público.
Cómo ves, el hecho de seguir haciendo las cosas cotidianas contribuye a la mejora de nuestro entorno. La modificación de los valores, de las percepciones, de los sentimientos hacia otros, hace que podamos pensar que nuestras acciones pueden ser insignificantes, y lo cierto es, que no lo son.
La vida nos da giros inesperados, y en ocasiones nos pilla con el pie cruzado. ¿qué hacer entonces? podemos caernos, tropezarnos, hacernos daño, sin embargo, pensar en que cualquier cosa que hacemos afecta a todo y a todos, puede ser un revulsivo para actuar en positivo, aunque sea en una mínima expresión.
Cambiar nuestra frecuencia de pensamiento, se convierte en un buen punto de partida. Muchas personas se pasan la vida pensando en lo vivido y en lo que les espera por vivir, es decir, en algo que ya pasó y en algo que nunca existió. Y ¿dónde queda el momento presente? ¿Dónde queda la conciencia de lo que está ocurriendo.
Si el pasado fue bueno y el futuro no lo es, ¿que harás para vivir el hoy? No es insólito que nos preocupe la realidad, cuando nos pasamos la vida evitándola.
Haz cosas que te ayuden a modificar tu entorno, a mejorarlo desde tu pequeña o gran aportación. No te dediques a pasar tu tiempo añorando el pasado o deseando el futuro, pues con ello pagas el alto coste de la felicidad presente.
Sé inasequible al desaliento….y vive el momento.
Cuídate…
Leo, más de diez años tarde, o, por mor de hablar con propiedad, más de diez años después de ser escrito, este texto -ensayo breve, pero ensayo- que dejaste en el almacén digital de los tiempos que corren.
Juzgar, ni los jueces saben lo que es, porque, salvo los protagonistas de un suceso, los que actúan a continuación son marionetas movidas por pasiones propias o ajenas. No podré, por ende, juzgarlo para no caer en la estúpida autosuficiencia del que cree saber. Ni comentarlo a modo de análisis de texto que, como crítico de arte que no conoce al pintor, diseccionar sin vergüenza en partes heterogéneas un todo que puede expresar un estado de ánimo o, simplemente, la esperanza de alcanzar al escribirlo conseguir lo que se expresa.
El mundo, ese conjunto de personas que se han metido en el submundo de la pérdida de voluntad, la cesión de derechos y el desprecio por la individualidad e independencia mental, es cosa, y las cosas son asequibles o no. El desaliento yo lo prefiero para mí inaccesible. Inasequible era la gente. La gente, el mundo…, pero ya no lo es: se ha vendido a sí mismo. Ahora no tiene precio ni valor. Ahora, ni como el desaliento. Ahora es nada…