Donde las dan las toman.
Ojo por ojo, diente por diente.
Tu me das, yo te doy mas.
España e Inglaterra ponen el grito en el cielo. Nada nuevo escribiendo la historia. Y seguimos editandola como si estuviéramos en pleno S XVIII «cuando uno pestañea el otro sigue metiendo el dedo»
Da igual quien inicie el asunto. Ayer fue Inglaterra, hoy es España. España será mañana y detrás le seguirá Inglaterra. Donde queda toda la teoría y donde está la practica de la diplomacia y el protocolo.
Pues en el mismo plano donde dejamos nosotros la nuestra. Lo de Gibraltar es el reflejo de nuestro día a día. Si observamos a nuestro alrededor aceptamos con una parsimonia asombrosa un sin fin de situaciones con las que no estamos de acuerdo.
Afrontarlas requiere en muchas ocasiones cambiar las reglas y para ello, la verdad es que no tenemos tiempo. (modo irónico) Es mucho mas cómodo dejar que los pequeños detalles que nos incomodan sigan siendo eso, pequeños. Porque al poner limites a esas situaciones podrían dejar de ser pequeñas para otros. Lo malo de esta inactividad es que un grano de arena unido a otro y a otro pueden llevarnos a una playa. Bien. Aunque si seguimos sumando tal vez lleguemos a tener un desierto y entonces la comunicación sea compleja e inviable, dejando de obtener el resultado inicial que queríamos.
Que difícil nos resulta a veces decir no. Que complicado es cuando no queremos romper una relación (política, profesional, personal, etc). Cuando a nosotros nos prima la suma de dos en detrimento de lo que personalmente perdemos, sin ser conscientes que cuando nos extralimitamos en nuestros propios limites es el inicio de la perdida. La perdida para las dos partes. Pues cuando queramos regresar de nuevo a ellos la parte contraria no lo entiende. ¿Si ayer me dejabas, porque hoy no es posible?
De ahí la importancia de saber qué queremos. Luego vendrá un trabajo arduo de definir el como, cuando, con quien, donde y para que. Porque como no demos respuesta a estas preguntas seguiremos…
Tu me poniendo bloques yo complicándote la salida. Tu imponiendo tus derechos yo defendiendo los míos. Y el resultado, seguimos perdiendo los dos.
Para pensárselo, ¿no te parece?