Traición, los Joseph Fouché del S.XXI

Ser traidor nato, miserable intrigante, puro reptil, tránsfuga profesional, vil alma de corchete, deplorable inmoralista… Son algunos de los calificativos que la historia aporta a Joseph Fouché y que representa a la perfección a los traidores del S.XXI.

Cualquiera que camine dentro del circuito de la política sabrá de que va este articulo. La ambición no tiene techo si va carente de valores. El aguijón es tan sumamente vasto, penetrante e insufrible que quien lo haya sentido cae inevitablemente en la oquedad del silencio y en la necesidad de recomponer los trozos de desamparo que deja la traición.

Cabe preguntarse ¿estamos preparados para la traición? Los hechos y el resultado social/político en el que nos encontramos indica una alevosía aceptada por la sociedad de una forma inconsciente a lo largo de la ultima década de nuestra democracia. Existen innumerables casos de corrupción política en nuestro país inmunes a un «castigo» acorde al delito cometido por parte de la sociedad, la justicia y por la propia política.

El habito conlleva al no pensamiento y a la acción mecanizada con idénticos resultados. Unos roban, otros ponen el grito en el cielo, algunos ya no escuchan y el resultado es una sociedad que se preocupa más por sus problemas reales y diarios, que no son pocos, para poder seguir hacia adelante; y una actitud de desapego ante una realidad que parece no ir con ellos.

Esta aceptación por todas las partes conlleva determinadas actitudes de inamovilidad que paralizan la capacidad de cambiar las cosas a corto plazo aunque cuando rebosa,  arrastra como un tsunami todo lo que se quiera justificar y no tiene cabida, ninguna explicación posible porque el destrozo ya es irreparable.

 

Sin embargo, existe otro marco donde la emociones y los sentimientos necesitan esconderse, ocultarse ante la creencia de trasladar una debilidad irreal y que hacen de ese aguijón un terrorista como arma puntiaguda y enfilada  directamente al corazón.

Este otro marco es el de dentro de la política, el de tus compañeros de partido, el de tus compañeros de batalla.Aquellos por los que diste la cara incondicionalmente en mil ocasiones y hoy te la vuelven, frente a la convicción del fracaso, el interés personal y el chaqueterismo necesario e hipócrita en el que se asienta mucha de la política que nadie quiere y que todo el mundo acepta a cambio de un gramo de poder y de éxito.

¿Donde quedan los valores de aquellos que quieren representar lo bueno a costa de lo mediocre de sus acciones?

Dentro de la política la traición encuentra espacio en todos los escenarios posibles. No importa que uno esté en primera o ultima fila, que sea director de orquesta o el chico de los recados, la traición como bien decía Maquiavelo en El Príncipe en su capitulo dedicado a la diosa Fortuna «se desarrolla bajo la mirada de una diosa caprichosa» Y el capricho de unos pocos hacen de la política el circo de muchos.

Desde mis inicios profesionales dentro del ámbito de la política, en los procesos de coaching que he implementado a lo largo de estos 10 años, la traición ha hecho acto de presencia un 80% de las veces. Mis clientes viven la negación, la tristeza y la ira. Además de necesitar transitar todos los pasos del duelo.

La traición les lleva a un desajuste emocional y psicológico al vivirlo desde el sentimiento de perdida. Sienten el desconsuelo y la incertidumbre de no tener al lado a las personas en quienes antes confiaban y pasan de una forma irracional a la desconfianza con el resto de las personas que siguen estando dentro del mismo circulo del traidor.

La traición afecta en primer lugar a sus pensamientos. Buscan respuestas racionales ante esa nueva situación haciéndoles estar lejos de un pensamiento normal y saludable. Es como rumiar una y otra vez sin digerir la realidad de los hechos. En segundo lugar les afecta a sus emociones, el sentimiento de ridículo primero, la enajenación después, les conducen hacia la ansiedad e incluso la depresión. Por ultimo, sus conductas cambian con respecto a los demás, y ante la persona que les ha traicionado surge un estado «agresivo, defensivo, hipervigilante» ante toda actuación que realice. Y lo único que pueden hacer ante la traición es perdonar. Y perdonar parte de ellos mismos independientemente de la otra persona.

Se hace necesario llevar a la conciencia que no podemos volver a la situación anterior a la traición. Nadie sobrevive a la devastación de la confianza, ni el que la ejerce ni el que la sufre.

Nos queda la aceptación con el aprendizaje. Cerrar la puerta y saber que ahí fuera siguen habiendo miserables intrigantes, puros reptiles, transfugas profesionales, viles almas de corchete, deplorables inmoralistas… y que nosotros, si queremos, estamos fuera de esa calaña.

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