La indecisión mata sueños, mata esperanzas, mata liderazgos, mata oportunidades, mata ideas; mata todo aquello que se piense y que no lleve acción.
En política la gestión de los tiempos como medio de estrategia se convierte en un arma de doble filo que muy pocos espadachines saben manejar. Mariano Rajoy se ha convertido a base de muchas críticas en el mejor gestor de los tiempos de la última década de la política española. Ni Susana Díaz, ni Pedro Sánchez han sabido desarrollar de forma eficiente esta habilidad.
La decisión del socialista Patxi López de presentarse a las primarias que se celebrarán el próximo mes de junio marca de nuevo la agenda política dentro del partido. No hay mejor estrategia que aquella que no espera el adversario y los adversarios sin duda alguna están dentro del partido socialista.
Aunque cabe pensar que en este momento el gran problema es estar en un bando u otro, la realidad es mucho más desgarradora, porque en el fondo no se está debatiendo quién lidera el partido, sino quien es capaz de volver a asentar las bases de una ideología que hace mucho tiempo ha dejado de ser quien quiso y dijo ser.
El problema del PSOE es el propio PSOE. Han llegado a tal procrastinación de su propio rol, que han entrado en el desierto de la indecisión sin haberse dado cuenta. Una circunstancia que viene de largo. Viene del momento en que las decisiones políticas que se tomaron iban en contra de los ideales básicos del partido y que para los militantes y simpatizantes del partido se convirtió en una incoherencia que se transformó en desengaño, teniendo como consecuencia un tsunami que ha movido todo, incluida la confianza en los que están y en los que dicen que quieren estar.
La indecisión inevitablemente siempre va unida al miedo. El miedo paraliza cualquier enfoque a futuro a través de preguntas limitantes que minan la confianza de cualquier acción y se afianza en el momento que hace presencia, inmovilizando cualquier actuación. Muchas veces toma más protagonismo el problema que el contexto; y precisamente esto es lo que nos hace perder el foco de donde está el problema. Si el PSOE hace tiempo, años, se hubiera parado a pensar y analizar cual era el motivo de desafección dentro de sus bases, no estaría en una posición de orfandad tal como indica Imma Aguilar.
Si hoy los militantes del PSOE se sienten huérfanos no es por Pedro Sanchez sino por el problema creado por las decisiones tomadas desde el núcleo del propio partido.
Como bien señala David Martínez en VozPopuli «El problema del PSOE no está en el voto urbano, está en todas partes» y con la decisión de Patxi López cabe preguntarse si no se acentuará el problema. No por su decisión, que es necesaria y da un impulso al estado de letargo en el que se encuentra la oposición del país, sino por sus habilidades y competencias como líder político. Ya se sabe, que para que las cosas salgan uno ademas de querer y poder, necesita saber. Y queda por demostrar si ese perfil pausado y luctuoso es aceptado por las bases y convence en un momento donde el resultado del tsunami es más que desolador.
La política es de valientes. Y hoy uno de ellos ha movido ficha.