CANSADA sí, en mayúsculas, porque no entiendo como las personas nos aferramos tanto a lo que hicimos, vivimos, pensamos ayer, analizando todas las probabilidades, buscando respuestas a todo lo acontecido,
criticando o aprendiendo del pasado y todo ese esfuerzo no lo invertimos a nuestro favor, haciendo esas mismas preguntas y análisis por aquello que tenemos presente y también futuro.
criticando o aprendiendo del pasado y todo ese esfuerzo no lo invertimos a nuestro favor, haciendo esas mismas preguntas y análisis por aquello que tenemos presente y también futuro.
No soy amiga de la Tv, si puedo evitarla lo hago, de hecho en mi casa no tengo, me gusta la higiene mental de la comunicación manipulada, sin embargo eso no quiere decir que no esté informada de los acontecimientos diarios o de los sucesos que movilizan las “conversaciones de bar” cuando alguien de una forma nada coherente y nada responsable dice en un medio de comunicación a nivel nacional, que se plantea volver. No es necesario que ni siquiera escriba su nombre ¿para qué? si lo que me cansa es “esa necesidad de volver a un lugar donde creímos que todo fue mejor y lo fue porque fuimos nosotros quienes hicimos que fuera así. Una creencia que no bien gestionada engrandece nuestro ego para creernos que somos imprescindibles para hacer que las cosas sean distintas, predicando a los demás que cambien y que nos elijan porque somos nosotros los que tenemos las respuestas a las necesidades del resto del mundo” La experiencia es buena compañera del futuro pero el endiosamiento es el mayor enemigo del presente.
La mía me ha enseñado que volver no me garantiza que cuando llegue al lugar que quiero revivir del pasado, sea en mi presente una copia exacta de lo que recuerdo. Todo cambia y nos olvidamos de aceptar este hecho en la vida diaria. Aceptar que ni siquiera nosotros al volver mantenemos las mismas capacidades, herramientas, conocimientos que cuando vivimos lo pasado. Volver y quejarnos del hoy. No entiendo esa manera constante de que todo ayer fue un privilegio y que hoy no hagamos nada por cambiar la situación real que vivimos.
Conozco a gente que ha cambiado a fuerza de perder todo, yo incluida en algunos momentos de mi vida, hasta las ilusiones y es en ese instante donde solo tenemos una opción, volver a empezar, pues el no hacerlo nos lleva directos a un camino ennegrecido y lleno de avatares negativos que nos hace mantenernos en esa rueda incesante como en la jaula de un hámster.
Así es como veo a España, así es como veo a mis dirigentes, así es como veo a los que tienen el poder. Como hámster en sus ruedas y en sus jaulas, corriendo sin cesar, sin pararse un momento, respirar y mirar al frente y darse cuenta que cuando entraron en política hace 30 años lo hicieron de la mejor forma posible, sin embargo hoy todo ha cambiado y es necesario que sean conscientes que la sociedad, la misma que los colocó en ese lugar de privilegio de poder, quieren cambios internos fundamentales dentro de la actividad política. Sí, quieren recortes SI, comenzando por esa clase política donde el derroche (generalizado, haberlos hay que no viven de) es su placa identificativa por no ser conscientes que cada acto, cada privilegio que obtienen es gracias al valor de un voto con tiempo de caducidad.
Si supieran que mañana no estarán, hoy no lo harían de la misma manera. Por ello es necesario un cambio en la política de partidos, un cambio en la gestión interna de las administraciones públicas, es necesaria +democracia y sobre todo mayor responsabilidad individual. Se nos ha ido de las manos, a todos, a unos por creerse impunes a otros por confiar que era imposible robar tanto, mentir sin consecuencias y confiar.
No quiero, ni es necesario que nadie vuelva del pasado a mi presente. En ningún ámbito de mi vida. Porque creo que las personas que están son las necesarias para poder modificar las cosas que influyen en mí día a día. Y si no saben pueden aprender como lo hicieron los que ya estuvieron, si no pueden estoy convencida que buscarán la forma para encontrar respuestas y si no quieren, que Dios nos pille confesados.
Gran artículo Begoña 😉