El pasado jueves 16 de octubre daba comienzo la 6ª Edición del Curso de Liderazgo y Participación Pública de la Fundación Luis Vives en Elche. La primera clase fue impartida por Higinio Marín Pedreño, Profesor Agregado de Antropología Filosófica de la Universidad CEU-Cardenal Herrera con la temática ¿Que es política? Los partidos políticos y los políticos: ¿problema o solución?
Según el profesor Higinio Marín y desde un plano totalmente filosófico podemos definir la política como la procuración del bien común y del interés general, y como bien indica él, toda definición se convierte en una bomba trampa que es necesario desactivar para que no nos explote en las propias manos. Si comenzamos por el inicio de la definición será necesario entender y definir claramente que es procuración: comisión o poder que alguien da a otra persona para que en su nombre haga o ejecute algo. Es un seguimiento restaurador, alguien que se dedica a promover, a curar lo que nos lleva a la voluntad de mejorar. Y esa es precisamente la vocación pública. Se requiere actuar sobre algo para poder restaurarlo, para poder mejorarlo y eso es posible porque la ciudadanía otorga un poder a unos pocos para que en su nombre hagan cosas en su beneficio y no en el propio.
La regeneración es una vocación política. Las cosas necesitan que se actúen sobre ellas, por ello, el político es un procurador. Es alguien que representa a otros y que cuida por su bien. Esta es la esencia de la política, otra cosa es en lo que ha derivado el ejercicio de la propia política.
Higinio Marín nos daba algunas respuestas del porqué otros países como Inglaterra, Francia o Alemania son mas ricos que nosotros los españoles. Según el profesor para entender lo que nos ocurre necesitamos salir de nuestro entorno, viajar, aunque sea vía Internet, o a través de los ojos mediante lectura si nos es imposible hacerlo in situ, porque cuando salimos fuera podemos comparar, podemos darnos cuenta que hay cosas que se hacen mejor a pesar de que nosotros también tengamos áreas en las que seamos referentes. Llama la atención y ahí está la clave el sentido del servicio publico que se tiene en estos países y este es el secreto. «Uno puede ser el mayor hooligan y llevar mil tatuajes y emborracharse hasta el descontrol, sin embargo cuando se pone el uniforme de ocho a ocho representando un servicio publico, nada le tuerce en su responsabilidad». Cuando la cultura del trabajo está bien definida, todo sucede mucho mejor. Los hábitos hacen que las cosas sucedan. Es evidente que todas las sociedades de otros países tienen muchas lacras, sin embargo se pueden aprender muchas cosas y el sentido de responsabilidad publica es una de las que necesitamos aprender en España.
Podemos regenerar nuestro país mejorando lo que hay. La regeneración es cambiar costumbres. Hacer política por el bien del ciudadano es hacer cosas que mejoren el entorno y no nos estamos refiriendo a cambiar semáforos, sino a cambiar costumbres, hábitos que no dan buenos resultados en la sociedad actual, aunque por historia siempre se hayan hecho así. Eso es mejorar, es aprender, es crecer como sociedad.
Si volvemos a la definición inicial llegaremos a la conclusión que el político representa a la ciudadanía, por lo tanto los políticos como en la antigua Roma son procuradores. Por ello los delitos de un político no pueden tener las mismas consecuencias judiciales que una persona privada, porque el político es elevado a una condición superior para representar a una mayoría con una responsabilidad mayor sobre sus actos.
El político representa a la sociedad, representa una función publica. Hay que señalar y recordar que como político no puedes moverte como si no fueras político. Uno puede querer hacer cosas, pero es necesario entender la segunda parte de la definición, no es lo mismo el bien común que el interés general, aunque muchas veces se confunda. Un ejemplo claro de esta diferencia es el caso de Eurovegas, donde no es un bien común aunque tuviera un interés general. Y esta situación nos lleva a pensar que en la actualidad no tenemos políticos, repito, no tenemos políticos porque se olvidan del bien común ante el interés general.
Para ejercer como político es imprescindible que conozca la historia, ya sea local, provincial o nacional. Si un político conoce la historia del lugar donde quiere gobernar, tendrá criterio en su toma de decisiones. Sin historia no hay criterio y sin criterio no hay buena política, por lo tanto no se puede tener conciencia política.
Felipe Gonzalez y Jose Mª Aznar han sido los dos mejores presidentes que hemos tenido según el profesor Higinio Marín, entre otras cosas porque llegado el momento ambos tuvieron criterio y conciencia política para tomar decisiones claves de la historia de España, aunque muchas otras fueran desacertadas. Felipe tenia claro que desde el S. XVIII todos los gobiernos no superaron un año sin que tuvieran una crisis de gobierno; y conocer la historia le dio la oportunidad de transmitir un mensaje claro frente a la inestabilidad de su propio gobierno, por otro lado Aznar tuvo sentido histórico cuando sabía que el seria el primero en terminar un mandato al contrario de otros presidentes y eso le dio fuerza frente a la insistencia de Pujol de convocar elecciones anticipadas. Con su decisión Jose Mª Aznar seguía escribiendo historia. En definitiva, conocer la historia aporta la información necesaria para entender el presente.
El profesor Higinio Marín nos deleitó con diferentes caso prácticos donde la toma de decisiones iban alineadas con la vocación publica. Habló de detalles y personajes históricos, habló de Commonwealth, de como Aznar hizo muy bien tomando decisiones políticas con miras históricas aunque no fuera un buen político. Nos llevó a conocer nuestra historia como herramienta de aprendizaje para entender nuestra política actual.
Un buen resumen sería el siguiente: Si una persona toma la decisión de dedicarse a la política, si tiene ese sentimiento o vocación política y un día desaparece, lo mejor que puede hacer es marcharse. Un buen político debe tener responsabilidad publica pues para hacer cosas es necesario tener ganas de hacer esas cosas.