Solo 350 de los 46.934.632 españoles*están invitados al baile.
Solo 4 de los 350 tienen pase VIP y ninguno ha sabido canjear su invitación. Ninguno ha sabido darle valor. Ninguno ha sabido ganarse el derecho a ser invitado el próximo 10 de noviembre.
Sí, tristemente, en este caso, los números no proyectan las emociones que suscitan. Los españoles están hartos, “hasta los bemoles”, como dijo en su pase de micro, Rufián. No es una cuestión de relato, ni de confianza, ni de nada que cualquier manual de campaña electoral o comunicación política pueda exponer. Es una cuestión de responsabilidad, la misma que los 26.478.140 votantes de las pasadas elecciones, del 28 de abril, tuvieron para asumir la suya.
Se habla mucho del ego de los políticos y siempre, de una forma u otra, se le pone un nombre de pila, según esté el caldo de cultivo del contexto político; y estos últimos 60 días, los egos de Sánchez e Iglesias, han salido a la pista de baile.
Sinceramente pienso que nos viene bien, muy bien, este nuevo escenario, este espectáculo de nuestros políticos, porque muchas de las creencias que modelan dicho contexto, el suyo, se tambalean ante la incertidumbre y se cuestionan, ante una realidad inesperada y mucho más que probable.
Ahora, analicemos desde otra perspectiva, esos egos que siempre están en boca y que nunca se cuestionan. ¿de dónde proviene el ego? ¿de qué manera toma tanto protagonismo en nuestro contexto político?
El ego se asienta en el poder de elección, y este, ha tomado el control de todo el escenario político. Durante los últimos años hemos vivido comportamientos y actitudes de nuestros dirigentes, que superan cualquier marco imaginario; y los partidos comienzan a desintegrarse, como el polo norte debido al cambio climático, en la mente del votante. No cabe ninguna duda que, en década y media, primaran los candidatos frente a las siglas. Llevamos viéndolo de forma soterrada con nuestro sistema electoral estos últimos años.
Cuidado con la “tradición” y el “siempre se ha hecho así”, llevamos un decenio con un cambio de paradigma en la forma de hacer política, que las estructuras y partidos no acaban de aceptar; y como consecuencia, nunca llegan a afrontar.
Para el votante es decepcionante y desolador tener que volver a hacer el mismo recorrido, por la incompetencia en las negociaciones y el protagonismo de las personalidades e individualidades.
Vender que se piensa, razona, planifica, organiza… a favor del ciudadano, sin ser conscientes, que todo se razona, se planifica, se organiza desde el ego e intereses individuales, es el primer paso, para el fracaso.
El ego baila al son de la música que se le concede. Lo podríamos comparar con ese vecino al que le hemos dado mucho espacio y que viene continuamente a casa para decirnos cómo debemos vivir nuestra vida. Y es ahí donde se siente importante e indispensable, en ese justo lugar donde uno no toma el control de la situación. Si así es el ego, pongan un espejo y verán enfrente a nuestros dirigentes.
Sería recomendable que nuestros políticos aprendieran a observarse desde la distancia y que, desde esa perspectiva, se dieran cuenta que sus intereses son los protagonistas, que son como ese vecino que está convencido que no podríamos vivir sin ellos, y que dejen de vender que, actuando como lo que hacen, nos están haciendo un favor. Pues sinceramente sus acciones y decisiones son un craso error.
Cuando el ego toma el control de las decisiones políticas, se fía sólo de aquello que aprendió en el pasado. El ego busca siempre paralizar el progreso de las cosas, rechazando el cambio como sea. No vive la realidad y cree que todo lo que inventa es verdadero. Por ello, cuando en los discursos y argumentos políticos el protagonismo lo tiene la crítica, recuerden siempre, que es para consolidar su creencia de que es mejor que los demás.
Y con este panorama, recibimos de nuevo, una invitación al Baile de las Máscaras.
Y volveremos a tener enfrente a Sánchez, Abascal, Rivera, Iglesias y Casado y cada uno de ellos, vendrán con sus máscaras de huidizo, dependiente, masoquista, controlador y rígido, para curarse sus heridas de rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia y así aplacar sus miedos de pánico, soledad, libertad, separación y frialdad.
Así es el ego, así es el baile y todos de nuevo estamos invitados a la fiesta.
*Censo total.