3000 almas españolas

3000 almas españolas ondean sus emociones como si agitaran sus banderas en el Pabellón Pitiu Rochel cantando «Que Viva España» de Manolo Escobar.

Hace apenas tres meses, el 11 de enero, asistí a una de las reuniones de Vox Alicante  en la cafetería El Castell. Aquel día ya se intuía que la movilización de una parte de la sociedad alicantina, no era nada despreciable.

Por un momento piensen, ¿Quién un viernes por la tarde, un frío día de enero, en Alicante, decide ir a una cafetería a un acto de un partido político? ¿Cuántas personas dejan sus compromisos para ir a dialogar y escuchar a otros? ¿Qué motivación hay detrás de esa osadía?

200 personas aquella tarde tomaron esa decisión y hablaron del aborto, de la sanidad, de su deficit de medios económicos y humanos, de la necesidad de auditar para gastar menos dinero público, de educación, del ámbito rural y las pedanías, del daño que ha causado a las 12 partidas rurales el eliminar a los alcaldes pedáneos, de la parálisis que sufre la provincia de Alicante, de agricultura y del caso de un joven que ha sufrido acoso y violencia por parte de su mujer, dejando de manifiesto que no es una cuestión de género sino de personas, y que la ley, por el simple hecho de ser hombre no le respalda en igualdad de condiciones.

Hacía solo unas semanas que Vox había dado el primer aviso de presencia en la mente de muchos votantes, tras las elecciones de Andalucía; y Alicante tiene el caldo de cultivo suficiente para que aquel día sucediera.

Hoy 3000 almas españolas han ondeado sus emociones como si agitaran sus banderas y quién no sepa leer entrelineas, se perderá el final de la historia.

La política está transformándose y algunos no han querido ver el primer paso del cambio. No estamos en el concepto de arriba, ni abajo, ni de izquierdas o derechas, estamos en el contexto social tan básico como el que a Quinto Tulio Cicerón le permitió escribir «Breviario de una campaña electoral» dónde lo importante se asentaba en el pueblo y lo relevante en la ciudadanía, en definitiva en las personas. Y aquellos que siguen etiquetando los» ultras de Vox» siguen igual de ciegos en comprender dicho cambio de paradigma.

Es curioso, como determinados medios de comunicación etiquetan con el fin de crear rechazo sin ser conscientes del efecto boomerang que promueven. Y no lo son, porque no han entendido que ya no es importante un color, o unas siglas, que la gente se mueve por lo que le haces sentir, y no por lo que le dices que ha de pensar.

Hoy Santiago Abascal ha repetido hasta la saciedad «La España que quiere Pedro Sánchez…» dejando claro que simplemente no la quiere, sino que la usa.

La España que quiere Pedro Sánchez se ríe de los valores de nuestros padres.

La España que quiere Pedro Sánchez se pacta con lo pro-etarras, con los comunista.

La España que quiere Pedro Sánchez se negocia la soberanía.

La España que quiere Pedro Sánchez se prohibe Caperucita Roja, se mira con sospecha las Fiestas de Moros y Cristianos que caracterizan la historia de nuestro país.

La España que quiere Pedro Sánchez se basa en 17 parlamentos.

La España que quiere Pedro Sánchez hay ciudadanos de primera, de segunda, de tercera y así hasta la saciedad..

La España que quiere Pedro Sánchez no hay agua para todos.

La España que quiere Pedro Sánchez se premia la deslealtad, liderada por las comunidades que desean el separatismo y se castiga la lealtad de las provincias y comunidades que han sido siempre leales a España. ¿Porqué hay dos varas de medir?

La España de Pedro Sánchez se saltan las fronteras y se pasa por encima de nuestros guardias, de nuestros policías.

La España que quiere Pedro Sánchez no hay dinero para nuestros pensionistas y sí para los extranjeros.

La España que quiere Pedro Sánchez se cambian los menús escolares para que seamos nosotros los que nos adaptamos a los que vienen de afuera y no al revés.

La España que quiere Pedro Sánchez se publicita el catalán y se persigue la lengua universal, sin poder escolarizar a los hijos o acceder a la función publica si no tienes la segunda lengua vehicular.

La España que quiere Pedro Sánchez en la educación se convierte en sospechosos a los mejores valores que nos enseñaron nuestros padres, el patriotismo, la lealtad, el esfuerzo.

Y así, una y otra vez, durante más de 15 minutos de su discurso, ahondando en los sentimientos, de los 25minutos, que ha emocionado a los presentes. A mi izquierda tenia a un señor de unos 70 años, delgado humilde, trabajador del campo, con nervio, fuerte, que junto con su mujer y con cada palabra de Abascal a ambos se les iluminaba la mirada.

Lo mismo ocurrió el 16 mayo de 2015 con Pablo Iglesias. Y así dejé testimonio. Los ratones gritan sí se puede.

Quien no quiera ver que esto no va de siglas, que no va de partidos, no está entendiendo nada. Si alguien quiere el voto de otro, que no dude en hacerle sentir orgulloso, por lo que es y sobre todo, por lo que podría llegar a ser.

Pdta: Para quien pueda pensar que este post es un alegato a Vox por mi parte, esta muy confundido. No comulgo con muchas cosas que defienden,  aunque aprendo mucho de todo lo que le rodea.

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