Lección de vida: «Si no estás, no eres nadie»

Para los que no conocéis este rincón he de confesaros que no solo se habla de política. Si uno profundiza un poco, encontrará diferentes temáticas que le llevarán como en una montaña rusa a pasar por estados de emociones, aprendizajes, lecturas e incluso momentos de humor. La experiencia profesional en el ámbito empresarial también queda reflejada en varios de los artículos y esta semana (durante los próximos días) abordaremos cinco lecciones de vida aprendidas a lo largo de veintiséis años de experiencia y compartidas el pasado día 28 de noviembre en la jornada «Nunca es tarde. Segundas oportunidades» realizada en el Centro de Emprendedores de Alicante.

Comencé compartiendo mi realidad…

Llevo demasiado tiempo oculta, algunos motivos son por decisión personal y otros porque la vida decidió sin preguntarmeA veces es necesario perderse para encontrarse, y este último año y medio, para mí ha sido decisivo. Hacer un recorrido por nuestras experiencias y vivencias y llegar a conclusiones de aprendizajes no es algo habitual en el día a día. Y solo en raras ocasiones nos paramos y pensamos en esas lecciones porque intuimos que volveremos a cometer de nuevo un error.

A lo largo de mi vida he tomado infinitas decisiones y en ocasiones algunas de ellas no me han beneficiado porque no he sido capaz de afrontar las equivocaciones cometidas, aunque mi vida está llena de luces y sombras que hacen que pueda mirar el lado opuesto de ambas.

En esta última etapa he cursado un doctorado en emociones y realidades, al que os sugiero no hacer la matricula nunca. Sin yo tener que decirlo podéis imaginaros que el coste es demasiado alto, para aprender algo tan sencillo como es amar la vida, toda la vidaY recalco, toda la vida.

Este doctorado en vida, el del cáncer, me ha dado excelentes y únicas lecciones, sin embargo hay un curso por el que pasamos todos, sí todos, y en el que muchos de nosotros hacemos pellas. Y es el curso de vivir. Vivir plenamente la vida, con todo lo que ello conlleva.

No se vosotros pero yo me he saltado tantas clases, que algunas asignaturas todavía no las tengo aprobadas. En este curso en donde todos estamos matriculados hay asignaturas obligatorias y otras que son de libre elección. Y dentro de todas ellas hay dos que me han marcado a lo largo del curso de mi vida.

La primera lección que aprendí siendo muy muy joven, con apenas 8 años es que: el primer paso solo depende de mí.

La segunda la aprendí el mismo día: aceptar que hay cosas que no dependen de mí.

Entender esto ha sido mi guía. A veces a lo largo del camino me he olvidado de estas dos lecciones. Y cada vez que uno se olvida de lo aprendido solo ocurre una cosa, el dolor, el sufrimiento hace presencia en cuanto bajamos la guardia.

Y en ese instante donde desaparece todo y solo hace presencia en nuestro interior el vacío más grande sentido, llegan a mi mente estas tres palabras  Nunca es tarde…

Mi experiencia profesional ha sido amplia además de rica o mejor dicho enriquecedora.Podría contaros todos los acontecimientos y éxitos que he tenido profesionalmente. La verdad es que haciendo un recorrido para atrás he de confesar con la suficiente modestia, que he sido buena haciendo lo que realmente sabía hacer. Vender. Creo que acabo de afirmar algo que nos sucede a todos ¿no?

Repito, soy muy buena vendiendo. Y eso que siempre lo vi (aquello de vender) como algo despectivo en mis inicios. Claro, hablo de mis inicios cuando apenas tenía 18 años. Me he llevado no uno ni dos premios como mejor vendedora del año, sino unos cuantos a lo largo de mi vida profesional. Además me han felicitado habitualmente por los resultados obtenidos y también he sido siempre un valor importante dentro de las organizaciones para las que he trabajado. Por cierto grandes compañías a las que agradezco que confiaran en mí. Profesionalmente soy lo que soy gracias a lo que me aportaron cada una de ellas, y sinceramente fue mucho. Durante 17 largos años, me dediqué a vender. Sí, he sido buena, muy buena para hacer que otros ganaran dineroSin embargo he de confesar que empresarialmente he sido nefasta, mala, muy mala e imprudente.

Sí, he de reconocer abiertamente que a lo largo de mi vida, tanto personal como profesionalmente me he equivocado muchísimas veces. Tantas que realmente no llevo la cuenta. Y lo importante no es las veces que me equivoqué sino las veces que he sido consciente de hasta donde era mi responsabilidad y que hacía a partir de ese momento con mis errores.

Espero que estas cinco experiencias puedan aportar valor a aquellos que hoy están pensando que hacer con su vida profesional, a mí me han ayudado a poder retomar de nuevo, las riendas de mi nueva vida.

Con 19 años, allá por el año 87, dejé de estudiar. No era nada según los cánones buena estudiante, de hecho a día de hoy no terminé lo que por aquel entonces era una base para tener futuro, el bachiller. Me río yo de esa base. Pues el tiempo a veces da grandes lecciones.

Recuerdo perfectamente el día que cambió mi vida. Y que gracias a ese primer paso hoy estoy aquí contándoos mi trayectoria profesional. Era un día de invierno, mes de enero, recién acabadas las navidades.

Hacía apenas una semana que yo vivía  de nuevo en Alicante y yo no hacia absolutamente nada. Aquella mañana, me marché desde el barrio de la florida hasta la playa del Postiguet andando. La playa siempre ha sido uno de mis refugios y hoy aun lo sigue siendo. Después de tres horas regresé a casa y tuve una nota que decía: han llamado de la agencia para que contactes con ellos.

Devolví la llamada y en menos de 15 minutos, me arregle llena de arena pero divina de la muerte, con 19 años todas estamos divinas, y fui directa a la agencia Esoc. A mi entrada, en aquel portal de varios metros de profundidad, salían dos hombres, bien trajeados y con muy buena planta. Siempre me atrajeron los hombres así. Yo muy amablemente les dije «muy buenos días» con una sonrisa y seguí hasta llegar a la agencia. Cuando llegué me dijeron que el proceso de selección había concluido, que al final habían elegido a través de las fotos y que me llamarían cuando hubiera otra vacante.

Podéis imaginaros como me sentí, después de tanto estrés corriendo, poniéndome divina, con tacones medias y una minifalda que quitaba el hipo, y nada. No había sido elegida.

En ese instante entraron los dos hombres trajeados a los que había saludado a mi entrada en el portal. Enrique Arnau y Jose Luis Soler se marchaban pero decidieron regresar. Trasladaron a la responsable de la agencia que si la chica que acababa de entrar podían entrevistarla. ¿Sabéis cuál fue el motivo? Mi saludo y mi sonrisa. No tuvieron ninguna duda en regresar a conocerme, pues para ellos el poder entrevistarme era mucho mejor que una foto de otra chica que no sabían si cumpliría sus expectativas.

El trabajo fue mío. Comencé como azafata de Camel y estuve un año. Termine siendo la responsable de las azafatas, para finalizar incorporándome dentro de la compañía R.J Reynolds con una nómina, que una chica de 20 años nunca hubiera imaginado. Trabajé para ellos mis primeros cuatro años profesionales.

¿Qué hubiera pasado si yo aquel día no hubiera dado respuesta a aquella nota? ¿Qué hubiera sido de mí si por pensar que no me da tiempo no voy corriendo a la agencia? ¿Qué hubiera sido si entro en aquel portal y ni siquiera saludo?

En todas estas preguntas hay una respuesta común, el resultado de aquel día, el de tener trabajo, solo dependió de mí. Luego podremos analizar mil factores, como que ellos volvieron etc. Pero aquel día llamaron a más chicas y la única que fue, fui yo.

Lección 1:
Si no estás, no eres nadie.

Si hoy buscas trabajo o quieres presentar tu nuevo proyecto, la gente tiene que conocerte o conocerlo. A casa no te llaman si no eres alguien relevante. Aunque seas la persona más relevante de tu casa.

Aunque he de ser sincera. Uno no puede estar en todos lados porque al final uno se quema. Cuando no definimos claramente lo básico que siempre hemos escuchado, que quieres, que solucionas, a quien te diriges, cuál es tu objetivo. La realidad es que damos muchas vueltas.

Yo he perdido mucho tiempo en mi etapa empresarial. He sido una montaña rusa. Si había algo donde estar allí estaba yo, sin ser consciente, que todo eso quema las pocas energías que tenemos los emprendedores incipientes.

Pensar una cosa. Hay vida después de ser empresario. Lo aseguro. Aunque salir adelante con un proyecto, no es nada fácil y creemos erróneamente que siempre tendremos después tiempo para compensar lo no dado, y eso es un craso error.

Si tenemos éxito, habrá valido la pena. Claro según para quien. Sin embargo si fracasamos,todo el esfuerzo habrá caído en un pozo sin fondo, y el
enano cabrón de nuestra autoestima jugara con un tirachinas con cada uno de nuestros sentimientos y emociones.

Está presente sí, aunque hazlo con inteligencia. Elige bien dónde, cuándo y con quién, pues todo es un gasto, emocional, de tiempo y económico que uno como empresario es lo primero que debe saber gestionar.

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