La política tiene demasiada enjundia cuando el poder está de por medio. No es baladí que aquellos que se sienten amenazados se retuerzan en sus sillas como gato panza arriba cuando perciben que lo pierden. Y hablamos de sentir, no de hechos. No hay mayor despropósito en política que no entender las reglas del juego y; con ellas, no saber crear la mejor jugada para tu objetivo o para tu proyecto. Y tengamos siempre en cuenta, que un proyecto compartido siempre tiene más calado que un proyecto personal. Y ahí está la clave. Saber quien eres en el contexto, qué haces con él y cómo te posicionas ante el objetivo marcado.
Vayamos por partes. Hoy han saltado por los aires, como una olla a presión, las trapas del alcantarillado de Génova. Sin embargo, la cocción ha sido a fuego lento, tan lento, que estamos ante una batalla de credibilidad donde el control por el poder se encuentra en un segundo plano, precisamente para ganarlo.
No hay arte más bello que el juego de las palabras en la mente del votante. Aquel que hila, con el rico vocabulario español, el mensaje que despierta pasiones con una musicalidad silenciosa, que estimula la empatía, jugando con el odio y el amor a partes iguales; para terminar, ganando la batalla, aunque lo que diga no sea cierto, y lo que haga, sea verdad.
Y ¿Cuál es el problema? Que una de las dos partes dice la verdad y ambas pretenden demostrarla. La demostración en política no pasa por la verdad sino por lo que piensa la mayoría. Por lo que percibe con el simple sesgo de información. Con aquello que se comparte en la barra de un bar y en el colmado del pueblo. Si la voz popular empatiza con tu discurso tendrás el 50% de la batalla ganada y si, además, lo puedes demostrar, tendrás un 25% más; para finalmente ganar, sin obligación del 25% restante pues la necesidad de creer tendrá más peso para cerrar el círculo de lo deseado haciendo su papel.
Hoy está en juego los cimientos de muchas personas que trabajan dentro de un partido que se parte en dos; haciéndolo ante la mirada de aquellos que desean “sembrar” nuevas bases. Alcaldes y concejales de miles de municipios que no pestañean ante la incredulidad de su referente. Que no abren la boca por no contagiarse del mensaje equivocado. Por no perder todo lo ganado día a día y con esfuerzo; con la posibilidad de perderlo todo por un contexto nacional que, a ellos, sinceramente ni les va, ni les viene. Porque lo importante es su ciudad, su pueblo y su gente.
No hay nada más desolador que ver a tu líder dudar. No hay nada más desalentador que ser consciente del error de aquel a quien le cedes tu confianza. No hay nada más triste que vivir la locura que precede al miedo. Porque seamos sinceros esto va de perder lo menos posible ante la amenaza de sentir de perderlo todo. Y que malo es, no ser ejemplo de todos los que yacen bajo; y te han dado su respeto, su empuje y admiración.
Y ¿Cuál es el problema? Que ninguno cede por el bien común. Que ninguno se achanta ante la injusticia percibida. Que todos pierden mientras los demás “siembran”. Que, a mar revuelta, ganancia de pescadores y nadie suma dentro y todos ganan fuera.
Cuidado con la voz popular, porque quien ha cuidado los detalles con mesura, quien ha hecho sentir que su voz es escuchada, quien ha sabido interpretar el hartazgo popular, quien ha sabido entender el contexto post pandémico y pre-elecciones tendrá la mejor jugada, aun sin tener las mejores cartas.
Y ¿Cuál es el problema? Que ni Ayuso, ni Casado, ni los populares ganan, viéndolos en la pista central bailar solos el cha cha chá.
Foto. Agencia EFE.
Y yo te recibí con mi quite mejor
Estabas sudadita
Pues era una noche que hacía calor
Te invité a una copita
Y tú me endosaste el primer revolcón
Y tuve que tomar tres puyazos de ron
Para sacarte a los medios
Con el beneplácito de la afición
Que con olés me animaba
Mientras me arrimaba a tan brava mujer
Haciendo frente a la situación
Con torería y valor
Citando sin ventaja y contento de ron
Te ceñí la cintura
Palpando tu faja con garbo y valor
Entre olés, ovaciones
Y aclamaciones de satisfacción
Que tú me invitaste a bailar
Embistiendo a mi capote
Yo me asomaba al balcón de tu escote
Sí fue del Cha-cha-chá
Que me volvió un caradura
Por la más pura casualidad
Sí fue del Cha-cha-chá
Que me volvió un caradura
Por la más pura casualidad
Cogidos de la mano para celebrar
El triunfo verdadero
Del arte torero y del cha-cha-chá
Que nos unió para siempre
Sentimentalmente por casualidad
Yo sé que la culpa fue del cha-cha-chá
Por eso la culpa fue del cha-cha-chá